“De cómo la tentativa
se convirtió en un simple Selfie”
Se encontraba en una habitación
cerrada buscando su propio referente, aquel que tal vez tan sólo se realizaba
en su propio pensamiento. Por falta de expresión propia, sólo podía conseguir
su propio reconocimiento al momento que hacia una nuevo “click” con ese artilugio
que reproduciría una sonrisa de holograma, con fondo de nuevas imágenes que
intentaban no convertirlo en un analfabeto de sus deseos.
Su intención era poder ver
estampada su propia imagen, para poder pensar así que su creatividad no se
estaba ahogando, o al menos poder pensar que algo de ella aún podía estar
presente. Pues tal vez era más lo que soñaba que lo que creía ser o de lo que le
hacían creer que era; pues en lo que parecía ser, tenía un juez y en lo que
realmente era, nadie lo juzgaba.
Vivía en una sociedad, donde el
miedo a expresar todo lo que sentía lo ahogaba en la ignorancia, la ignorancia
de no conocer todo aquello que podía llegar a sentir como ser humano y tal vez
sólo aquellos auto retratos fotográficos lo libraban de ello. Había perdido
tanto la conexión con el mismo que cada una de aquellas imágenes se traducía en
formas oníricas en donde todo aquello que no era lógico, le valía.
Sí, esas formas oníricas que
barrían por suerte las cárceles de su intelecto. Al observarse al él mismo era cómo
si viviera dormido durante un tiempo para poder perder con ello la conexión
material con la felicidad y conocer así su sensación real. De la misma manera
que como diría Aristóteles, el invidente era el único que podía hablar de la
belleza en su estado puro; él se mantenía ciego con ojos abiertos sin conocimiento
de la misma.
Así que teniendo en cuenta como
dicen algunos; que la manera más profunda de sentir una cosa es sufrir por
ella, seguiría sufriendo por sus sueños y extendería así día tras día su brazo
para un nuevo “Selfie”.
De esta manera despertaría aunque
fuera por unos momentos en una nueva vida con la que enamorarse; aunque ello le
llevara al dualismo no puro de la sensación de felicidad o tristeza a partir de
la intoxicación de la ganancia o la perdida como única forma de valoración.
O tal vez esperaría despertar un
día en que pudiera dormir despierto…
Allí estarían aquellos impulsos
profundos que le ayudarían a encontrar un pensamiento ausente de todo control
ejercido por la razón y fuera de todas las preocupaciones estéticas o morales
que le acechaban día a día.
Tal vez de buena mañana extendería
el brazo para un nuevo “Selfie”, pero tras el paso por cualquier espejo no
sabría quien había al otro lado.
“Y sino una nueva obra de arte
siempre nos quedara para aquello que sin palabras y sin poder explicar,
soñaremos que entre pinceles permanecerá escrito, ante los ojos del que se crea
que no ha muerto”.
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